Después de cuatro horas de vuelo, tranquilo y expectante, llegamos sin novedades al aeropuerto de Helsinki. Parece una paradoja pero al despegar de Madrid nevaba tímidamente, lo que nos hacía presagiar lo que nos esperaba en Finlandia, aunque luego no fue así. El sol nos acompañó durante todo el viaje, a 10.000 metros de altura no hay nubes, aunque cuando mirabas hacia abajo, los campos blancos y las nubes nos hacían pensar que a nivel del mar la cosa era distinta. Cuando el Comandante del avión indicó que nos abrocháramos los cinturones, el sol que nos deslumbraba a través de las ventanas, era solo un espejismo de lo que nos esperaba. Una barrera de nubes grises nos separaba de la pista de aterrizaje, según descendíamos apreciábamos como esa barrera se iba aproximando hasta que de repente todo oscureció, hasta el día de hoy. La estampa Finlandesa es como una imagen impresa en escala de grises. La luz grisácea que se filtra a través de las nubes invade todo el paisaje. No hay día, es un atardecer grisáceo que te va minando la moral según pasan los días. Cuando aterrizamos en Helsinki nos esperaba Markus, nuestro guía el primer día, que nos recibió y nos acompañó en autobús hasta el hotel. El día no dio para más, a las 16:00h. empieza a anochecer y la oscuridad en Finlandia no invita a salir de las casas. En el trayecto la oscuridad de las carreteras llama la atención, parece que vas en un submarino a miles de metros de profundidad, sólo la luz del autobús rompía la oscuridad. El tráfico es escaso y la sensación de soledad se palpa desde el primer momento. Ya en el hotel cenamos y nos despedimos hasta la mañana siguiente.
El día comienza a las 7:30 h. todavía no ha salido el sol, pero en caso de que salga, las nubes impiden que lo veamos. Los días son grises, aunque el frío que esperábamos nos ha dado una tregua y es agradable salir y dar una vuelta alrededor del hotel.Todavía no hemos visto nevar, aunque hay rastros por todos lados de que lo ha hecho. A las nueve nos recogen y comienza la visita. Nos dividimos en dos grupos, uno visita un colegio de primaria y otro visita un instituto. Nuestro grupo visita el instituto. Es un centro de nueva creación y muy bien dotado en cuanto a nuevas tecnologías. Llama la atención el orden y respeto que se respira por todas partes. No hay voces, carreras,... todo es muy natural y los alumnos se desplazan de un lado a otro con mucha calma. Los horarios son muy distintos a los nuestros a las 12 ya estábamos comiendo y el orden era lo más impactante para nosotros. No hay gritos, empujones, disputas,... cogen sus bandejas se sientan a comer y charlan en un tono amigable. Después se recoge y se sigue con las clases. No hay un horario de comida único. Ves que unos llegan otros se van, es todo muy flexible. También las clases tienen horarios que no tienen nada que ver con la rigidez que nosotros tenemos aquí. Pudimos pasar a algunas clases y también nos sorprendió, una vez más, ese orden y respeto que parece que los Finlandeses tienen tan interiorizado. Nos llama la atención que algún alumno esta sentado sobre la mesa, pero eso no molesta al profesor ni a la directora que nos acompaña. Se trabaja pero da la sensación de que están charlando en grupo sentados en el parque. Después de clase nos dividimos en varios grupos de trabajo, donde se habló de diferentes temas relacionados con el proyecto. El día finalizó con una cena que elaboramos nosotros mismos en una clase de cocina que tiene el instituto y acompañados de profesores finlandeses.
En la T4 esperando para embarcar
Subidos en el avión antes del despegue
En Helsinki los teléfonos echaban humo
Miembros de la expedición "Qechua" aclimatándose en el campo base
Instituto, no me preguntéis de dónde.
Con el director del instituto en el rincón comenius
Aula de música. Miguel Ángel sufre.
Farrukiitokää en concierto
Aula de cocina.
Que envidia , sana por supuesto. La mentalidad es totalmente diferente, educación, costumbres, etc Sincéramente pienso que deberíamos tomar nota de algunas.
ResponderEliminarGracias por compartir.